Con Miguel en la Tertulia
No era aún mediados de los '90, cuando Miguel Combarros, Padre Redentorista y párroco de El Perpetuo Socorro de Mérida y amante de la poesía y la cultura, se interesa por un escritor de la localidad llamado Rafael Rufino Félix. Jesús Martínez los pone en contacto y junto a otros entusiastas de la poesía, deciden reunirse los sábados para hablar de lo que más les gustaba, LA POESÍA.
No eran muchos, pero era gente muy representativa: un profesor, un escritor ya conocido en el panorama extremeño, un empresario, un funcionario, un obrero... y un sacerdote. Gente muy distinta, con maneras de ver el arte y la vida, abrigados únicamente por la poesía.
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Miguel, sin dudarlo, ofreció su casa para que se pudieran reunir.
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Cada uno de ellos conocía alguien, ese alguien conocía a otros y esos otros trajeron incluso a otros, y luego hijos, estudiantes y alumnos de tertulianos. Y al final, ese Salón Parroquial que Miguel Combarros ofreció como rincón donde compartir y dar salida a su pasión por la poesía, se convirtió en un verdadero CENTRO CULTURAL de la ciudad de Mérida.
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Frente al Cristo que presidía el Salón, se recitaron los más bellos versos de amor que cualquier modesto poeta pudiera escribir, la poesía de denuncia social más acendrada, el surrealismo llevado al máximo extremo, versos a Dios y a los hombres y, por supuesto, se habló de poesía, de poetas y de personas y de la vida...
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De las palabras que cruzamos aprendimos a medir versos y a no medirlos, a rimar y a "desrimar", pero sobre todo a escuchar por encima del ruido de la calle. En la tertulia, nuestra poesía "infantil" se hizo adulta, entre duras críticas y dulces alabanzas, entre esperanzas y desasosiegos, entre sueños del Parnaso y la dureza del suelo que pisábamos a diario.
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Ante nuestros atrevidos versos, la voz de Miguel se aventuraba dulce y amistosa, pero sincera y clara, con la contundencia de la verdad y la sabiduría y el calor de la sabiduría. Nunca una crítica suya dolió sino que, al contrario, sirvió para empujarnos a mejorar, a salir de nuestro algodón de autocomplacencia.
Gracias a la generosidad de Miguel, surgieron amistades eternas y vocaciones poéticas imprevistas que ya durarán para siempre o quedarán en nuestros corazones.
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Ya cuando la cifra de tertulianos superó la treintena, surgió la posibilidad de bautizar a la Tertulia, incluso ir más allá y crear una asociación. Entre todos los nombres que se propusieron, Miguel recordó una imagen del Mio Cid que García Lorca recreó en su poesía en el Siglo XX.
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"Apriesa cantan los gallos e quieren quebrar albores"
“Las piquetas de los gallos / cavan buscando la aurora,"
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¿Y acaso, no era esa tertulia sino una mezcla entre tradición y contemporaneidad? Un espacio donde todos aprendíamos del lado de la poesía que desconocíamos. Esta imagen poética llevó a Miguel a proponer para la Tertulia y la Asociación el nombre de "Gallos Quiebran Albores".
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Más de 10 publicaciones conjuntas, distintas publicaciones individuales, innumerables recitales tanto en Mérida como fuera, el inicio de varias carreras literarias, de hermanamientos con otros grupos, de viajes, exposiciones, premios, Ferias del Libro, colaboraciones con otras disciplinas artísticas, charlas en centros educativos, pero sobre todo grandes amistades surgieron del gesto generoso de Miguel Combarros, de ofrecer su casa como morada de la Tertulia y a él le estamos eternamente agradecidos.
Pese a que volvió a Astorga, su tierra, sus años en Mérida no pasaron inadvertidos y no dejó de tener contacto con Mérida ni con sus poetas. Prueba de ello es que, en 2017, aún se acordaba de la tertulia que él creó y acogió en su poema "Aunque es de noche" del libro "Siguiendo tus huellas", con este guiño:
"Aunque es de noche,
está rompiendo el alba
y quiebran albores de gozo
los gallos a porfía."
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Por todo ello, por todo tu amor, te damos las gracias y te rendimos este sentido homenaje, Miguel Combarros.
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¡QUE CANTEN LOS GALLOS!